La última batalla de la Brigada Internacional
Ángel L. del Castillo
Ya quedan pocos brigadistas internacionales, y son viejos, muy viejos. Entre ellos no está Nina Haslun-Gleditsch. Nina era noruega y aunque no combatió directamente en el campo de batalla contribuyó, decisivamente, a la creación y funcionamiento del Hospital Sueco-Noruego de Alcoy, en donde hoy se alberga una Escuela Politécnica Superior, que desempeñó un importante papel tanto como Hospital de Campaña como para la atención sanitaria a civiles durante la guerra civil española.
Cuando, en 1938, Nina volvió a su país, junto a sus recuerdos se llevó de España una hija a la que había adoptado del orfanato de Villar del Cobo durante su estancia por tierras españolas. En Noruega se convirtió en una luchadora infatigable contra la intolerancia, por la paz y el desarme hasta el final de sus días en los que militaba activamente en la asociación “Abuelas contra el Armamento Nuclear”.
Muchos años después de la marcha de Nina y del resto de Brigadistas, concretamente el 28 de noviembre de 1995, las Cortes españolas aprobaron, por unanimidad, ofrecer la nacionalidad española por carta de naturaleza a los veteranos supervivientes de las brigadas internacionales que lucharon en defensa de la República durante la guerra civil. Con ello se cumplió, con sesenta años de retraso, la promesa que les había hecho Juan Negrín, presidente de la República española. Muchos de los brigadistas ya no pudieron recibirla. Estaban muertos. Muchos de los sobrevivientes aceptaron el homenaje, pero Nina, sacando a relucir su rama pacifista, renunció a la posesión de la nacionalidad española porque en España se fabricaba y exportaba armamento militar.
Junto a la concesión de la nacionalidad, el trabajo de mantener la memoria de las brigadas se ha substanciado en la creación de asociaciones en su memoria, en la realización de numerosos homenajes, plurales e individuales y en iniciativas relacionadas con la investigación y la difusión como la creación del archivo histórico de las Brigadas en Albacete. Por ejemplo, la concesión de la nacionalidad fue posible al trabajo, entre otras organizaciones, de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) que se creó con el objetivo de conseguir que no se pierda la memoria de una etapa de nuestra historia que tuvo y tiene repercusiones internacionales.
Sí, quedan pocos brigadistas internacionales, pero diversas organizaciones y ciudadanos siguen luchando por mantener vivo el reconocimiento moral que siempre han merecido tanto Nina como el resto de los brigadistas internacionales que participaron en la Guerra Civil española. Entre el 6 y el 12 de octubre, se reunieron 36 brigadistas, de Austria, Canadá, EEUU, Polonia, Israel, Rusia, Italia, Reino Unido y Luxemburgo. Representan a los 250 supervivientes de los 35.000 brigadistas de 52 países que, en su día, participaron en la guerra civil española. No estaba Nina, que murió en 1996. Esos días se realizaron diversos actos para conmemorar el 70 aniversario de su llegada a España, para luchar al lado de la República. Quizás haya sido la última vez que se reúnan.
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