5.1.07

En el escenario con Rosa Rovira y míster Parkinson

Sonia Martínez Robledo

El proverbio chino favorito de Rosa Rovira, “más vale llenar los años de vida que la vida de años”, resume la actitud existencial de esta mujer, que cuenta cuentos. Me mira a los ojos, mientras contesta a mis preguntas enlazando entre sus dedos el cordón de la chaqueta verde que lleva puesta, bebiendo unas veces un refresco, y llevándose otras un cigarrillo a los labios. Rosa Rovira nació en Móstoles (Madrid) hace 48 años, y padece parkinson desde los 33. Ahora vive en Toledo, y está plenamente volcada en su vida de cuenta cuentos.

Rosa asegura que se trata de una afición que nos permite sobre todo aprender a escuchar y a respetar. Gracias a su profesor de literatura de bachillerato se aficionó a la lectura y a la escritura, porque la “motivaba”. Además, Rosa ha vivido siempre rodeada de libros, y ama los cuentos desde los seis años, cuando un problema de columna la retuvo en cama durante una buena temporada. “¿Un día en mi vida? Pues, para empezar, suelo dormir poco, para que me cunda el día. La rutina me aporta momentos gratos, pero prefiero la noche, porque por la noche ya no hay que cumplir obligaciones. Me gusta estar rodeada de gente, hablar, comunicarme, sentir, compartir, vivir. La verdad es que no paro en todo el día.”

Rosa tuvo que abandonar durante dos años el escenario por culpa del parkinson. Su cuerpo “no la acompañaba”, pero su profesor creyó mucho en ella y consiguió recuperarse y volver. Ahora, enérgica, asegura que lo único que hace es “agarrarse a la vida”, como si fuera un tronco en el mar. Lo que espera de sí misma ante los demás es que la vean positiva. Rosa reconoce que en algún momento lo ha pasado mal, pero que sabe salir del paso interpretando, por ejemplo, a su personaje favorito, la señorita Gertru, que es una mujer muy tímida. Puede meterse en ese personaje y disimular así su inseguridad ante las personas que la están observando y escuchando.

Rosa asegura que siempre consigue atraer la atención del público: “Es muy gratificante el hecho de que a personas mayores les haya gustado oírme. A veces, cuando voy a algún pub, la gente está tan atenta que ni siquiera se atreve a levantar de la mesa la copa que se está tomando para no hacer ruido”, relata, visiblemente emocionada. También emplea una serie de tácticas cuando está sobre el escenario para conseguir que todo salga bien. Por una parte, hace gala de su buena vocalización, adquirida gracias a un cursillo; y por otra parte, toma prestada del famoso mago Tamariz la estrategia de tender cinco hilos al público, es decir, dirigir la mirada hacia cinco puntos claves para implicar así a la gente. A veces, Rosa incluso sube al escenario a algunas personas. Cuando está en su casa, se mira y se analiza ante el espejo: “Hay que ensayar: hay que saber enfadarse bien, reírse bien”, enfatiza con una sonrisa que quizás ha ensayado de antemano.

Asegura convencida que siente especial predilección por los cuentos para adultos. No en vano, su autor favorito es Mihura, con el que dice identificarse por “el humor absurdo e ingenuo” que se suele apreciar en sus páginas. También la gusta Carmen Martín Gaite y textos ya clásicos como “El Sastrecillo Valiente” y “El Principito”. Respecto a la relación que se establece inevitablemente entre escritor y cuenta cuentos, reconoce que algún escritor ha sido reacio a que se cuente su cuento. Pero que en general casi todos están encantados de ello. Recuerda pensativa que una vez escribió un cuento titulado “El Deshollinador”, pero la gente de su ambiente pensaba que no lo había escrito ella. Ahora ha empezado a escribir poesía.